viernes, 15 de marzo de 2013

Amanece(La otra Cara de la Moneda I)

     Con los primeros rayos de sol, el cansancio de una vida a cuestas se apoya contra el respaldo de la cama mientras prendo mi insatisfacción e intento disfrutar de la primera bocanada de humo. La mirada se pierde observando las intrincadas y fluidas volutas. Bonita metáfora de la vida. La de la estoicidad cobarde ante el laberinto temido y tejido por uno mismo.
   
     Cuan irónico se llega a ver el nuevo comienzo de un día desde la perspectiva apática que busca escaparse al limbo ansiado donde no existe ni pasado, ni futuro que asuste. Aquel que se busca en el fondo de cualquier botella que enrojezca las mejillas, en cigarrillos manufacturados con gesto embobado volviendo el sueño inmediato y plácido o en aquel hongo que me hace pasear por un mundo con cariz mágico y despreocupado.
     Ha amanecido ya sin duda. ¡BUM!; mazazo en la boca del estómago. Algunos dicen que se encuentran mal cuando lo reciben, no saben de su existencia. Expertos la llamarán ansiedad. Pero yo lo llamo tortura. Forjada a través de los años, con decepciones, maltratos a mi cuerpo y, finalmente, con golpes a la mente y el corazón.
     Los pasos cansados, casi de un anciano, me llevan a la cocina. Miro a la cafetera fijamente mientras ella esta ahí, despeinada, desenfada, mirándome. Es Soledad, que a fuerza de un matrimonio funesto, nos soportamos amistosamente. Como siempre, la cafetera comienza chillar rompiendo el pesado silencio y haciendo que reaccione. Miro el resto de la cocina que pese a ser tan grande como mi puño parece un desierto inmenso. Y me percato, Nadie a venido desayunar. Siempre pulcro en modales deja su taza intacta, rebosante, y le hecho su parte de whisky a mi "carajillo".
     Y así, los pasos cansados me llevan hacia el aseo donde alguien me vuelve a mirar fijamente. Sus ojos carecen de vida y rebosan tristeza. En la frente y la comisura de los labios comienzan a ser notorias ciertas arrugas mostrando preocupación. Pese a ser jóven se le observan algunas canas en su pelo negro; y la sonrisa solo es una mueca. Una voz me asalta desde un lugar profundo y pregunta: " ¿en que te has convertido?" 
"Tienes una deuda grande....y no te quedan lagrimas para seguir pagando"

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