viernes, 29 de marzo de 2013

Había amanecido sin duda (La otra Cara de la Moneda II)



Se sentía la ausencia. La inquina de la nada que rodea la cabeza. Sentía la respiración. Frente al espejo, casi como un medium consciente de una realidad paralela, lo era yo de la mía  A mi alrededor crecía una profunda angustia, deformando la realidad, los hechos e ideas hasta el horror más potente, condicionante y coactivo que pueda atenazar una cabeza y un estómago.
Sobre el lavabo se apoyaban mis brazos; me incliné hacia delante, preparado para la lucha. ¿Como luchar contra lo que no se puede tocar? ¿Cómo hacer frente sin esperanza a lo mismo que te la arrebata? ¿De dónde las fuerzas si no te permite, ese monstruo, alcanzarlas? ¿Cómo hacer frente?
Me estaba mirando fijamente, al igual que yo; el reflejo, el otro lado que nos aterra...Me estaba mirando porque yo le sostenía la mirada. Me atacaba con un todo detrás. Un todo que  se compone de una vida, con todos sus aspectos que para otros son atractivos....solo...que es la otra cara de la moneda.
Los hechos que fugazmente me mostraba eran convertidos en sentimientos, sin por qué, ni como, ni cuando. ¿Cómo combatirlo? La celeridad con lo que ocurría todo me impedía reaccionar, ahora estaba polarizado por ellos, esos sentimientos. El ataque maestro, la táctica perfecta. No podía remediar lo que no se podía contemplar con claridad. Estaba polarizado y no se me permitía a nivel inconsciente salir, ni buscar remedio. No podía vencer. 
Como si el reflejo hubiese trascendido su dimensión en el espejo, sacando un brazo que me es tan familiar y en ese instante repulsivo; atravesó mi torso, constriñendo mi estómago y mi corazón con su mano que no entendía de razones o compasión. No dolía, pero un gesto que creaba mas arrugas en el rosto del reflejo de las que nadie puede imaginar en su homónimo tangible, compuso un gesto compungido, cansado, dolorido y triste.
-"Me voy de aquí"- Es todo lo que pensé. Huir, no había más salida. Parecía haber pasado todo. -"¿Habré ganado?"-
Hice el esfuerzo de ser sincero cuando me percaté que no sonreía, que no había vida en mis ojos. Había pasado un ataque, eso era todo. Un ataque con éxito, aunque me dejase lamer las heridas en una bohemia empujada, obligada y diaria. Esa que  no se embellece con la poesía, que no goza de la libertad pues mi decisión estaba y está limitada por el otro la do de la moneda. Lo único que sabía y sé, es que podía y puedo luchar, buscando modos cuando escapase de ese reflejo que me convertía y convierte en un Mister Hyde encantador en algún momento, melancólico...aterrador en ocasiones. Me quedaba y queda la esencia de la bohemia obligada, que como citaba el maestro Patxi Andion: "La bohemia es tener los cojones de mear donde los demás lloran". Con esta frase mi gesto se endureció  adquiriendo un ligero aire imperceptible de cansancio. Encendiendo un cigarro para unos e insatisfacción para mi. El rostro se torno piedra, inexpugnable donde nadie, ni nada, ni siquiera yo sabia lo que ocurría detrás de él salvo la otra cara de la moneda. 
En una realidad deformada con el ácido del terror y la apatía, y en la común e individual para los demás, eran ya las 8 de la mañana. Había amanecido, sin duda.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Filmando entre adoquines y miradas.

El bullicio propone la tentativa del viaje al interior. Al monólogo intrincado, interno que prevalece sobre el exterior, al que recibimos vacío de fuerza e interés. Sería bonito, romántico, hablar de lo único, reposado, que te vuelve la reflexión; aunque esto es divagación, la que acecha disfrazada de razón. La que oculta los problemas, las cuentas pendientes, las promesas olvidadas o la ruptura de los propios principios.
La masa se mueve, vive, respira. Cada miembro con una vida, intereses, sonrisas. Sin embargo, me veo obligado a deslizarme entre ellos, expectante y distraído  esquivando y caminando en silencio, casi participando en una danza urbana.

A modo de película todo se convierte en un decorado donde cada vez soy menos consciente la humanidad que habita en cada persona, cosificando el gentío en el espacio obtuso y fugaz que capta una mirada. A modo de película  una melodía me atrae, cada día se reinventa en forma de un sensual saxofón, en melancólica trompeta o en una ágil guitarra vagabunda que conforma la banda sonora de un film con guión y guionista fracasados.

La trama ha perdido encanto e interés, al igual que su escritor. Quien casi reza para que el amor a lo desconocido, a la belleza, le hagan encontrar nuevas formas a la vida pintada con despasionamiento. Para encontrar el prisma del artista que halla los colores apropiados para su lienzo, embelleciendo y dando forma a lo que ve. Aprender la formula alquímica vital, que permita vivir, no sobrevivir. La que ensalza la vida en el autodescubrimiento planteando la existencia como aventura; que como en todo lo impulsado por la pasión componga una historia, la historia de una vida. La del guión aditivo, la que se podria resumir en una sonrisa y explicar en una mirada.

viernes, 15 de marzo de 2013

Amanece(La otra Cara de la Moneda I)

     Con los primeros rayos de sol, el cansancio de una vida a cuestas se apoya contra el respaldo de la cama mientras prendo mi insatisfacción e intento disfrutar de la primera bocanada de humo. La mirada se pierde observando las intrincadas y fluidas volutas. Bonita metáfora de la vida. La de la estoicidad cobarde ante el laberinto temido y tejido por uno mismo.
   
     Cuan irónico se llega a ver el nuevo comienzo de un día desde la perspectiva apática que busca escaparse al limbo ansiado donde no existe ni pasado, ni futuro que asuste. Aquel que se busca en el fondo de cualquier botella que enrojezca las mejillas, en cigarrillos manufacturados con gesto embobado volviendo el sueño inmediato y plácido o en aquel hongo que me hace pasear por un mundo con cariz mágico y despreocupado.
     Ha amanecido ya sin duda. ¡BUM!; mazazo en la boca del estómago. Algunos dicen que se encuentran mal cuando lo reciben, no saben de su existencia. Expertos la llamarán ansiedad. Pero yo lo llamo tortura. Forjada a través de los años, con decepciones, maltratos a mi cuerpo y, finalmente, con golpes a la mente y el corazón.
     Los pasos cansados, casi de un anciano, me llevan a la cocina. Miro a la cafetera fijamente mientras ella esta ahí, despeinada, desenfada, mirándome. Es Soledad, que a fuerza de un matrimonio funesto, nos soportamos amistosamente. Como siempre, la cafetera comienza chillar rompiendo el pesado silencio y haciendo que reaccione. Miro el resto de la cocina que pese a ser tan grande como mi puño parece un desierto inmenso. Y me percato, Nadie a venido desayunar. Siempre pulcro en modales deja su taza intacta, rebosante, y le hecho su parte de whisky a mi "carajillo".
     Y así, los pasos cansados me llevan hacia el aseo donde alguien me vuelve a mirar fijamente. Sus ojos carecen de vida y rebosan tristeza. En la frente y la comisura de los labios comienzan a ser notorias ciertas arrugas mostrando preocupación. Pese a ser jóven se le observan algunas canas en su pelo negro; y la sonrisa solo es una mueca. Una voz me asalta desde un lugar profundo y pregunta: " ¿en que te has convertido?" 
"Tienes una deuda grande....y no te quedan lagrimas para seguir pagando"

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